lunes, 12 de noviembre de 2012

HISTORIA DE MIEDES DE ATIENZA (GUADALAJARA)

Vista desde el cerro del Castillo



Ubicación  

 Municipio de España, perteneciente a la Comunidad Autónoma de Castilla-La Mancha, provincia de Guadalajara, situado a 100 km al NE de su capital, la ciudad de Guadalajara, muy próximo al límite con la provincia de Soria, en la sierra del Bulejo, a 1.154 m de altitud. (ver mapa). Su término municipal ocupa una extensión de 43,40 km². Patrimonio artístico Iglesia parroquial románica, reformada en el siglo XVIII. 

Villa distante doce leguas de Guadalajara, su provincia; dos de Atienza, su partido judicial; seis de Sigüenza, su audiencia de inscripción y veintidós de Madrid su Capitanía general. Se halla situada en la falda de la sierra Pela, combatida principalmente por los vientos N. y O. con clima sano, aunque bastante frío.   

Como a unos 700 pasos, fuera de la villa, hay una fuente con obelisco cetral de buenas aguas, de la que principalmente se surte el vecindario cuyo nacimiento se debe al manantial que surge en el paraje conocido como "la canal".



El término confina, con los de Atiénza, Bañuelos, Romanillos de Atiénza, Higes, Retortillo y Ujados, dentro de cuya circunferencia se encuentran las ermitas de Nuestra Señora de la Soledad, Nuestra Señora del Puente y San Vicente, los despoblados de Santa María, Torrubia y Las Casillas; una cueva llamada La Corrán García, y un cerro denominado el Castillo, en el que se han encontrado cimientos y ruinas de edificios antiguos y de mérito. El terreno esta fertilizado por el río Bornoba, y por un arroyo llamado Cañamares, que desagua en el primero.

Comprende un monte de roble y mata baja, y varios prados de dalIa. Produce granos, legumbres, hortalizas, frutas y pastos para la ganadería. Carece de casa rectoral, y solo tiene un pequeño huerto propio del curato.

El año 1843, se concedió a la villa, que se celebrase en ella, un mercado semanal. Miédes, tiene varios molinos harineros.
Pueblo perteneciente a la Ruta Histórico-Cultural y Turística del "Camino del Cid".
 

 
Historia

Miedes, como tal, no aparece en la historia hasta la Edad Media siempre en el contexto de la reconquista y repoblación, al igual que las localidades cercanas. La ubicación del lugar, en la vertiente sur de uno de los pasos naturales entre ambas mesetas, situado entre las fortalezas de Gormaz y Atienza y junto a una colina de fácil defensa (hoy conocida cono El Castillo), hicieron viable la instalación de una comunidad con el objetivo de controlar el territorio castellano del sur del Duero  así como servir de foco de hostigamiento a las avanzadas musulmanas.


De hecho, en el Cantar del Mio Cid, se menciona a Miedes como zona de frontera, y dice cómo Rodrigo Díaz de Vivar pasó a Castilla la baja por el angosto camino que guarda Miedes.

Tras la reconquista de la zona por Alfonso VI, este pueblo quedó incluido en la jurisdicción del Común de Atienza, pasando en el siglo XIV al señorío del magnate castellano Iñigo López de Orozco, de quien heredó en 1375 su hija María López..


Un siglo adelante aparece como señor de Miedes don Iñigo López de La Cerda y Mendoza, hermano del primer duque de Medinaceli, quedando ya en el señorío de esta casa nobiliaria.


Estando en posesión de doña Ana de la Cerda, casó esta señora con don Diego Hurtado de Mendoza, a quien los Reyes Católicos dieron, entre otros, los títulos de príncipe de Mélito, duque de Francavilla, marqués de Argecilla y Conde de Miedes.



Pleiteó con la Princesa por los señorios de Mandayona, Miedes y Almenara, y los ganó definitivamente en la Chancilleria de Valladolid en 1573. El pleito lo habia puesto incluso antes de que muriera su tio Diego Hurtado de Mendoza, el padre de la Princesa, y los reclamaba ya que carecía de heredero varón al ser Ana hembra.

 


En este condado de Miedes, se incluyeron desde un principio la propia villa de Miedes, y los lugares de Ujados, Hijes, Somolinos, Torrubia, Albendiego, Campisábalos y ambos Condemios. Todos esos títulos y lugares pasaron a la hija de estos señores, doña Ana de Mendoza y de La Cerda, que al casar con Ruy Gómez de Silva, tomó el título, con el que es más conocida de princesa de Éboli y luego, ambos obtuvieron el de duques de Pastrana, en cuyo estado, y posteriormente en el del Infantado, siguió Miedes y su entorno hasta el siglo XIX, en que por su población e importancia fue catalogada como cabeza de partido judicial, cediendo más adelante tal prerrogativa en beneficio de Atienza. 

La población de Miedes durante los siglos XVI al XIX fue numerosa, y contó con gentes de la nobleza y algunos letrados. Un cura de la villa, en el siglo XVII, llamado Francisco Somolinos, fundó una cátedra de Gramática para los jóvenes del pueblo, siendo su primer profesor don Jerónimo de Cozar.
Cuenta Miedes con un caserío amplio y bien distribuido. Buenos ejemplares de casas, de arquitectura popular, y otros que son verdaderos palacios, de sillería, del siglo XVIII, con escudos nobiliarios
sobre las portadas.






 Así, la de los Beladíez Truxillo en la plaza Mayor, la de Juan Recacha, cerca de la iglesia, y otra con gran escudo de la Inquisición. 







Iglesia Parroquial
La iglesia parroquial conserva del primitivo estilo románico la cabecera, con triple ábside; el resto es construcción del siglo XVIII. de primer ascenso, con órgano ( ya desaparecido), dedicada a la Natividad de la Santísima Virgen. El edificio, es sólido, principiado a construir el año 1790, y concluido el 1795. Los restos románicos que presenta son en su estructura interna y en detalles del exterior, como por ejemplo el gran arco sobre el presbiterio y el correspondiente ábside. Lo demás es moderno, del siglo XVIII. De esta época es la talla del llamado ¿Cristo del Miserere? y un altar con pinturas fundado por Juan Recacha. En el suelo del presbiterio está el enterramiento, cubierto por tallada lápida y escudo nobiliario de algunos miembros de la familia Beladíez Truxillo. Guarda esta iglesia también una grande y estimable obra de orfebrería, que es una lámpara votiva.

 Al sur del pueblo, sobre una pequeña colina, se alzan los restos mínimos de un antiguo castillete, que ya sirvió de fortificación a moros y cristianos. Hoy está convertido en palo-mar, pero es buen ejemplo de torre vigía en lugar de paso y caminar frecuente. En su término, en el valle del Cañamares, unos tres kilómetros antes de llegar a este último pueblo, aún se ve la ermita de Nuestra Señora del Puente, que según la tradición es lo único que quedó de un antiguo poblado abandonado por haberlo invadido las hormigas.









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